LA FALSA IDEA DE EXCLUSIVIDAD

Hoy, la industria inmobiliaria parece ignorar esto por completo, sobre todo el rubro dedicado a la vivienda. Al menos en la Ciudad de México no importa por dónde tarnsite uno: colonias clase medieras, zonas acaudaladas y aburguesadas, e incluso aquellas que por largo tiempo permanecieron marginadas u olvidadas, han visto erigirse nuevos y mounstrosos desarrollos habitacionales que se venden como la quintaesencia del lujo y la exclusividad, entre otras cosas. Se trata de proyectos arquitectónicos que además de ofrecer el beneficio básico que es el de la vivienda, pretenden reunir una enorme cantidad de servicios, beneficios y comodidades a sus residentes. Albercas, gimnasios, cajeros automáticos, salón de usos múltiples, áreas verdes, juegos, centros de negocios (¡!), terrazas, tiendas de autoservicio, salas de cines, salones de fiesta, circuitos para correr, roof gardens y valet parking, por citar los servicios menos extravagantes, conforman hoy el principal atractivo de su oferta.
Recuerdo que una vez leyendo todo lo que ofrecía uno de estos conjuntos habitacionales, me dije: "Bueno, pero es que con todo esto ya no tendré a qué salir". Y no es que esto sea una mera idea mía, sino que es así como lo venden. "Todas las comodidades sin salir de casa", rezan los impresos publicitarios. Pareciera que la actual idea de vivienda aspira a confinar las actividades diarias de la gente a un círculo cada vez más reducido y limitado.
Pero la cosa no queda ahí. Las tendencias actuales contemplan desarrollos que pretender ser algo así como ciudades a escala integradas por edificios para uso habitacional, centros comerciales y museos. Ahí está el ejemplo de Plaza Carso, y más recientemente Mítikah, al sur de la ciudad, que además incluirá un hospital y la torre más alta de México; un Superama, y otro centro comercial, a parte de Centro Coyoacán, que está ahí a lado.
"Mítikah logra fusionar una zona rica en historia y un lenguaje propio, con un proyecto arquitectónico y urbanístico espejo de las necesidades contemporáneas", dice un anuncio en el periódico. Sin embargo, encuentro difícil de creer que ponernos todo al alcance de la mano sea fruto de una necesidad contemporánea. Por el contrario, esa invitación a no salir, a no desplazarnos y encerrarnos cada vez más en la esfera de lo "privado"engendra la semilla de la ociosidad, la pereza, la inactividad y la apatía. Tener las cosas tan cerca, tan disponibles, nos predispone de manera negativa a hacer uso de ellas. Así, es fácil darlas por sentado, postergarlas e ignorarlas.
El problema principal sigue siendo en muchos casos la cantidad de departamentos que llega a contener un solo desarrollo. Por ejemplo, NeóVita, en Polanco, ofrece apartamentos desde 6 millones de pesos; una cosa exhorbitante que desde luego promete lujo y exclusividad a manos llenas. Sin embargo, con ese precio uno podría comprar con facilidad una casa en algunza zona privilegiada. Pese al alto costo, en NeóVita los residentes no gozarán realmente de tanta exclusividad ni tanta paz, pues deberán verse obligados a convivir con otros 51 departamentos, que para los estándares actuales, son más bien pocos. Como sea, cada vez son más las familias acaudaladas que emigran de sus casas en fraccionamientos de ensueño a departamentos de lujo en zonas comerciales y transitadas, sin que haya una razón de peso para dejar atrás la privacidad de una casa propia, sin reglamentos, comités vecinales, restricciones de estacionamiento, y todas aquellas políticas que hay que acatar y hacer cumplir en la vida en condominio.
¿Dónde queda el valor de la exclusividad cuando todos los residentes tienen el mismo derecho a
usar y disfrutar de todo al mismo tiempo y sin restricción alguna? Las
amenidades e instalaciones si bien no son públicas, no son tampoco
privadas, al menos no en sentido estricto. Hay que compartirlas. Quizás no con una sociedad, pero sí con una comunidad que al ser tan
numerosa, corre el riesgo de convertirse en una molestia, en una
presencia anónima y latente. En este sentido, es difícil encontrar una diferencia esencial entre los
multifamiliares de antaño -siempre sinónimo de hacinamiento y sordidez-
y los de ahora, sobre todo en aquellos hechos para las clases medias. La función es la
misma: conglomerar, compactar. Que arriba de uno duerman, respiren y coman 200
personas; y a sus costados hagan lo propio otras 70, es simple y sencillamente estremecedor, por
más acabados de lujo que lo disfracen o decoren. Esto no puede darle a nadie una sensación
de intimidad ni de refugio o guarida, que es lo que en principio es y
debería ser y representar un hogar.
City Towers, en Coyoacán, visto desde afuera se levanta como un mounstroso edificio en el que se adivinan cientos de departamentos de distintos prototipos, que más bien parecen palomares unifomes y homologados. El desarrollo es tan desmesurado que no guarda, pese a su esmerada fachada, ninguna cualidad estética. Sin embargo, el éxito de ventas ha sido tanto que incluso a unos cuantos metros ya están costruyendo City Towers Coyoacán II, con las mismas "ventajas" del primero.
Es innegable que independientemente de la capacidad de endeudamiento de las personas, a éstas les gustan los desarrollos grandes y exhorbitantes en los que la exclusividad es un mero espejismo. La importante aquí es que les brinda una falsa idea de status, y de pertenencia a ese grupo cada vez más numeroso (inexplicablemente) de gente pudiente que compra a 15 o 20 años un departamento con alberca y gimnasio, sin importarle la cantidad de voluntades de las que depende su adecuada manutención y funcionamiento. Es gente que se mantiene ajena a que la desmesura en las proporciones arquitectónicas lejos de brindar una idea de paz, como decía el melancólico narrador de Sebald, nos hace sentir pequeños y extraviados en ese laberinto de departamentos, pasillos y elevadores que distribuyen incansablemente a vecinos anónimos.
Las necesidades de vivienda de nuestra población son grandes y crecientes, y los departamentos resuelven esa necesidad específica, pero otra cosa muy distinta son las pretensiones con que lo hacen. En Europa pensar en estos desarrollos está fuera de lugar. Allá, los pisos son reducidos y mucho más caros, pero la gente los habita sin mayor aspiración que la de vivir cómoda y tranquila. Aquí eso ha empezado a distorsionarse, a confundirse con la idea lujo y confort.
En lo personal, no encuentro nada tan exclusivo ni privado, como el patio trasero o jardín de tu propia casa; ni nada tan tranquilo como un edificio con unos cuantos departamentos habitados por gente tranquila y sensata que no aspira a tener "todas las comodidades sin salir de casa."
En lo personal, no encuentro nada tan exclusivo ni privado, como el patio trasero o jardín de tu propia casa; ni nada tan tranquilo como un edificio con unos cuantos departamentos habitados por gente tranquila y sensata que no aspira a tener "todas las comodidades sin salir de casa."
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* Austerlitz, W.G. Sebald, Ed. Anagrama, 2001, pag. 22
Comentarios
Yo rento un departamento en un condominio de estos, la renta es apenas mil pesos mas cara que la renta de la casa donde vivia y está en la misma zona (coyoacan). Con estos mil pesos más, ya no tengo que pagar inscripcion al gimnasio, ni cuota por usar alberca publica, mis amigos han organizado bautizos, despedidas de soltero y he tenido dos fiestas de cumpleaños donde hay mas de 40 personas que en mi antigua casa hubieran estado como sardinas todos en la sala y jardin. Aquí contaba con salon de eventos con todas las facilidades. No pago idas al cine y puedo estar en la sala sola, con 1 o 15 amigos lo que lo hace tremendamente comodo para mi que me gusta el cine y disfrutar de una pelicula sin la gente mal educada que uno se encuentra en cualquier cinema. Me ahorro mucho!!! Mucho!! Pero mucho tiempo en ir al super, gimnasio, nadar, cine etc. Y lo mejor de todo es que tengo que en momentos dificiles como; olvidar mis llaves, no poder recoger un paquete, mi carro amanecio ponchado y son las 4am, necesito medicamento o un doctor, no puedo cargar cosas pesadas, no tengo estacionamiento para mis visitas, necesito copias o impresiones un domingo por la noche etc todas esas cosas han sido insignificantes desde que vivo en el condominio porque hay personas las 24horas listas para ayudarme, cosa que en mi casa y viviendo sola, hacian de mi dia "el dia con peor suerte".
90% de las personas que critican vivir en estos condominios no han vivido en uno.
El 90% de las personas que ahora vivimos en un confominio felices, hemos vivido en casa
:)
Así que no estoy de acuerdo
Tiempo, dinero, comodidad, seguridad, facilidad y lamento decirles que si!! Exclusividad tambien.
Ahora tengo un 80% de exclusividad en el gimnasio, alberca, vapor, cine, supermercado, jacuzzi, centro de copiado, sala de internet, computadoras, pantallas con SKY (las amenidades siguen) Todo! por mil pesos mas, Hagan cuentas.
Voy para los 3 años viviendo en dos distintos condominios, dos veces encontré el gimnasio con más de 7 personas y es la amenidad mas frecuentada. 😊