INSPIRACIÓN EN MÁS AFUERA


Entusiasmado por la repercusión que su libro Libertad tuvo en mí, compré el libro recopilatorio de Jonathan Franzen, Más afuera, editado por Salamandra. El título reúne artículos, ensayos, conferencias y toda suerte de textos que seguramente la editorial sacó de los archivos y disco duro del autor, con el afán de mantener vivo el interés que despertó Franzen en el mercado con su última novela. 

Oportunista o no, a mí el libro -hasta ahora- me ha parecido un acierto y me ha hecho reparar en algo muy curioso, tomando en cuenta que desde hace tiempo leo este tipo de artículos de otros autores. La cosa es que además de descubrir una escritura inteligente y profunda aún en los textos más cortos, me he dado cuenta que Franzen escribe sobre todo, sobre cualquier cosa que le despierta una inquietud y hace de ella si no un tema literario, sí al menos un ejercicio de análisis.

El hecho de que un escritor -y más uno consagrado como él- escriba acerca de cuanto cruza por su mente, es en el último de los casos, una novedad, y no obstante, a mí estos textos me han azuzado -tal vez como nunca antes un libro de esta índole- la necesidad de escribir sobre lo que sea, sin que deba importarme la futura proyección de un texto.

Esto, y tal vez deba empezar por ahí, se trata más de una confesión y de algo que tiene que ver mucho más conmigo mismo que con los artículos de Franzen. Durante años -y ante la frsutración de no encontrar un tema sobre el cual novelar o escribir; ante la falta de disciplina por emprender un proyecto de mayor o mediana envergadura; ante la falta de confianza en mi escritura (y quizás también en mí mismo)- he renunciado a hacer lo que más me gusta y lo que más satsifecho me deja conmigo mismo: escribir.
No sé hasta qué punto he sido tan ingenuo como para no tomar la pluma o sentarme frente al monitor cuando algún tema, una inquietud o un pensamieno han cruzado por mi cabeza, y en lugar de aprehenderlos y diseccionarlos los he dejado pasar; cuántas veces no he sucumbido a la demoledora certeza de la pasión inútil: "¡Bah! qué sentido tienen escribir... escribir así; aquí."
No diré que me arrepiento de esas oportunidades perdidas, porque todo llega en su momento, pero sí me da un no sé qué pensar en todos esos temas que pude haber desarrollado y en los que pude haber profundizado y haber descubierto en su azarosa apariencia un pozo en cuyo fondo pude haber encontrado respuestas acerca de mí mismo e incluso una multitud de nuevos temas sobre los qué escribir y seguir inspirándome. Hay cosas y eso bien lo sé desde tiempo antes, que solo se piensan mientras uno escribe; hay cosas que solo alumbramos mientras las vamos descubriendo cuando escribimos. Yo me he privado de algunas de ellas, y no pienso hacerlo más.
Esto de escribir en el blog, en la libreta, en la página en blanco se trata tan sólo de ejercitar la mente, la escritura, el estilo. Ya me lo había dicho alguna vez mi amigo Guuillermo Núñez, pero encerrado en mi solipsismo, aún me interesaba escribir para alguien que pudiera darme cierta notoriedad. Supongo que el verdadero oficio se construye en la intimidad y no, desde luego, en el aplauso ni en la crítica de nadie más.
Ni siquiera he terminado el libro de Más afuera, pero con lo poco que he leído he recuperado el entusiasmo por escribir sin importarme lo que venga de ello; creo que lo que más me empuja es la intención de drenar mi cabeza de todas esas ideas y pensamientos que si no los saco, siguen revoloteando inquietos en en ese espacio abstracto que es la mente. Los prefiero, pues, afuera. Así puedo verlos, acercarme a ellos, estudiarlos y de paso, descubrirme en ellos. 
En cuanto termine este libro y otro que leo simultáneamente, compraré Correcciones. Jonathan Franzen me gusta y escribe sobre un tema que me preocupa: la familia. 

Comentarios

Entradas populares