"LO QUE VENGA DEPENDE DE NOSOTROS"

Todos los días que voy al gimnasio saludo con gusto a pocas personas. Por lo general es un momento dedicado al cuerpo, a la vanidad y a uno mismo; por eso me gusta poco salirme de mi esimismamiento y ritmo para charlar con alguien. Pero a Omar lo saludo siempre con gusto sincero. 

Omar es uno de los instructores del gimansio, pero a diferencia de la mayoría, se nota que es una persona agradecida con su trabajo y es notorio su empeño en hacerlo lo mejor posible, a pesar de que como todos, es seguro que algunas veces lo haga a disgusto o con menor disposición, aunque nunca lo deja ver.

Una de las cosas que suele decirme Omar cuando el saludo es un poco más largo y nos preguntamos mutuamente qué tal nos va, es aquello de que con tener trabajo y salud uno está del otro lado. "Es verdad", pienso invariablemente cada vez que me lo dice. Y como aparentemente él tiene ambas, se le nota una actitud agradecida con la vida. 

Hoy, día 2 de enero del 2014, me presenté al gimansio tras unos días de no haber ido. Vi a Omar por ahí y como siempre me dio su afectuoso saludo, pero esta vez, por ser primeros días del año, nos deseamos lo mejor para este nuevo periodo que comienza, y como era de esperar me dijo: te deseo mucha salud y trabajo; pero esta vez, a diferencia de las otras añadió, "ya con eso, lo que venga  depende de nosotros." Estas últimas palabras removieron algo en mí y me situaron de nuevo frente a esa escurridiza certeza de que, en efecto, la gran mayoría de las veces no tenemos a quién culpar de nuestras desdichas ni a quién atribuir nuestra dicha sino a nosotros mismos, y sin embargo, estamos casi siempre buscando recovecos en las situaciones que nos son adversas para encontrar culpas que nos eximan de una responsabilidad que bien es cierto, es solo nuestra. 

Nuestras inconformidades, nuestros fracasos y complejos son un constructo subjetivo que se fragua dentro de nosotros y nos limita y doblega. Quizás sí sea tiempo de empezar a asumir plenamente la responsabilidad de lo que hemos hecho con lo que nos ha sido dado y dejar de lado los pretextos tan manidos que falsamente nos reconfortan cuando somos incapaces de admitir nuestros errores y nuestra falta de decisión para ponerle rumbo a las cosas.