VOLVER A HENRY JAMES


Después de hace años releí uno de los tantos relatos breves de Henry James, Maud-Evelyn, contenido en la compilación de cuentos “El altar de los muertos”, editada por el Club Diógenes.

Esta breve, pero maravillosa lectura, ha sido todo un reencuentro con uno de los autores que más me han formado y contribuido a definir mis preferencias literarias; a moldear mi visión y percepción de la vida. Porque la mayoría de los relatos de Henry James tienen que ver con eso, con la percepción de sus narradores -no necesariamente sus protagonistas- sobre un algo que resulta siempre ambiguo, por lo general relacionado con las particularidades, emociones y contradicciones de un tercero. De ahí que la literatura de Henry James tenga mucho más que ver con la psique y el viaje interior de los personajes para descubrir o reconocer algo sobre ellos mismos, o quienes los rodean, y en cómo este descubrimiento inesperado impacta en sus vidas.

Una de las características que más disfruto de Henry James es precisamente la elegante ambigüedad a la que aludía. Estamos, sí, ante un novelista que no llega a ser nunca obvio ni claro respecto a casi nada; y lo más admirable de todo esto es que pese a ello, al final de la gran mayoría de sus historias todo quede absolutamente claro. Por eso, no es infrecuente que después de leer a James, uno como lector se quede con la extraña sensación de haber comprendido, y sin embargo, ser incapaz de explicar la esencia del relato en sí; como tantas veces nos sucede cuando buscamos entender las contradicciones que emanan de nuestros sentimientos, que pueden llegar a rayar en lo inexplicable, como en el caso de este cuento, Maud-Evelyn, en el que el personaje central se enamora de una difunta que conoce únicamente a través del recuerdo que de ella mantienen vivo sus padres. Una historia, pongámoslo así, de fantasmas sin fantasmas.

De los relatos de Henry James que recuerdo, en la mayoría transcurren años, vidas enteras en las historias de personajes consumidos por la implacable devoción a un sentimiento, a una intuición o a un deseo; a otros personajes incapaces de ver la verdad o realidad sobre asuntos trascendentales de sus vidas, que sin embargo, adquieren nitidez para el lector a través del punto de vista del narrador.

Henry James puede llegar a ser complicado por su estilo a veces obsesivo, por su intencional falta de claridad, por su rotunda negativa a la obviedad y al enunciado fácil, pero leerlo es un auténtico lujo que al menos yo he disfrutado sobre todo en años pasados, cuando encontré en su voz y en sus temas, mucho de lo que -sin saberlo en aquellos días- moldearía mi personalidad y forma de pensamiento.

Mi invitación es a que lo lean y lo descubran con paciencia. Empiecen por sus cuentos cortos y más adelante, si se sienten cómodos, aventúrense a una de sus novelas, aunque en realidad -y aquí coincido con otras opiniones- su talento brilla mucho más en el relato breve. 

Si me preguntan con qué empezar, voltearía a Una vuelta de tuerca, una de las mejores historias de terror; y después me seguiría con algún otro relato; destaco en particular, La bestia en la Jungla, La pátina del tiempo, La próxima vez o el Árbol de la ciencia, por mencionarles solo algunos de mis favoritos.

Henry James es uno de los grandes referentes de la literatura universal y nada me daría más gusto que estos breves minutos que le he dedicado aquí, sirvan para que al menos uno de ustedes se anime a descubrirlo.


Comentarios

Unknown ha dicho que…
Tus reseñas siempre son motivadoras . Muchos de los libros que he leído derivados de tu recomendación han calado en mi haciéndome más lector. Gracias Mauricio!

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