DÍAS NUBLADOS
Esta semana hemos tenido al menos un día completamente nublado que contrastó con los días soleados y calurosos de las semanas anteriores. Veo que a la gente -a la mayoría- no más no le gustan los cielos grises. En cambio yo los disfruto desde que me despierto y me asomo por la ventana de mi cuarto para ver qué tipo de ropa he de vestir para el día.
Cuando veo que el cielo está cerrado y gris y hay probabilidad de lluvia, inmediatamente cambia mi ánimo y el entorno se vuelve más acogedor, más antojadizo. Salir a la calle con mi café en el coche y una melodía suave en el radio, me parece irresistible. La amenza de lluvia y el aire frío propio de estos días bastan para alterar la inalterable rutina y que el día me parezca, ya desde el principio, distinto.
Suelo reflexionar más y mejor cuando los vientos soplan y el sol permanece oculto. El escenario urbano cambia, los lugares consabidos parecen distintos, e incluso, si la disposición es la óptima, disfruto de ellos como si fuera la primera vez. Me imagino en otras latitudes y fantaseo con una vida insular, invernal, allá, en Europa en donde este tipo de días son mucho más comunes.
En cambio, hay a quienes los días nublados les deprimen. Ignoran que la lluvia y las nubes, lejos de querer deprimirles, tan sólo les invitan a tomarse una pausa y ver esa otra cara del día.
Cuando veo que el cielo está cerrado y gris y hay probabilidad de lluvia, inmediatamente cambia mi ánimo y el entorno se vuelve más acogedor, más antojadizo. Salir a la calle con mi café en el coche y una melodía suave en el radio, me parece irresistible. La amenza de lluvia y el aire frío propio de estos días bastan para alterar la inalterable rutina y que el día me parezca, ya desde el principio, distinto.
Suelo reflexionar más y mejor cuando los vientos soplan y el sol permanece oculto. El escenario urbano cambia, los lugares consabidos parecen distintos, e incluso, si la disposición es la óptima, disfruto de ellos como si fuera la primera vez. Me imagino en otras latitudes y fantaseo con una vida insular, invernal, allá, en Europa en donde este tipo de días son mucho más comunes.
En cambio, hay a quienes los días nublados les deprimen. Ignoran que la lluvia y las nubes, lejos de querer deprimirles, tan sólo les invitan a tomarse una pausa y ver esa otra cara del día.
Comentarios