THE DAILY, AMENAZA O SALVACIÓN

Hasta hace unos días, los periódicos en línea habían tenido la función de complementar la información y ampliar los contenidos de sus ediciones impresas, aun en detrimento de éstas últimas, cada vez más amenazadas por las pantallas táctiles de la era digital.
Sin embargo, la aparición de The Daily, el periódico exclusivo para iPad que recientemente lanzaron Rupert Murdoch, dueño de News Corporation, y Apple, ha dejado muy en claro que más allá de un complemento, las plataformas digitales pueden ser algo más que una mera extensión de esa información impresa, y convertirse en un medio informativo y de comunicación autosuficiente y autónomo, además de en una alternativa para aquellos impresos que estén frente a un proceso de extinción.
“Quizás (The Daily) sea el salvador de los periódicos porque no se tienen los costos de papel, tinta, impresión, camiones”, aventuraba Murdoch durante la presentación del periódico digital.

El mensaje es claro: Los medios digitales pueden vivir sin los impresos, mientras que los impresos dependen cada vez más de la tecnología.

The Daily se asemeja más a una revista que a un periódico convencional. En todo caso, lo que termina asimilándolo a un periódico de papel es su periodicidad y su contenido de carácter informativo con análisis político y notas internacionales, que se presenta en un formato a doble columna que de inmediato remite a la tradicional edición impresa. No obstante, el formato no intenta imitar el de los grandes rotativos, sino que más bien busca acercar a los lectores a nueva experiencia informativa. “Nuevos tiempos demandan un nuevo periodismo” fue la promesa con la que el presidente de News Corporations anunció al mundo la aplicación. Pero, ¿realmente ofrece The Daily un nuevo periodismo?

La plantilla de 100 trabajadores con la que arrancó el proyecto está compuesta por editores, columnistas, diseñadores ingenieros y ejecutivos, es decir, de aquellos mismos profesionistas que han venido dando vida al periodismo desde hace años. Es sólo que hoy, ese equipo de trabajo dispone de algo más que papel para transmitir y comunicar a la gente todo aquello digno de un titular. Páginas interactivas, fotografías en 360°, videos de alta resolución y una interfase amigable convierten la información -a través de The Daily- en una experiencia multisensorial que logra hacer que las personas, más allá de su pasividad receptiva, interactúen con el medio y consigan adueñarse de la información de una manera más personal que incluso puede repercutir en una mejor comprensión de la misma.
Pese a todos estos atractivos y a la previsible trascendencia que el nuevo lanzamiento pueda tener a largo plazo, hoy sería prematuro asegurar que el periodismo digital -tal cual han venido a replantearlo Murdoch y Apple- se convertirá en la única alternativa para la prensa escrita.

LIMITANTES Y PONTENCIAL
Sí, es cierto, The Daily ofrece, a muy bajo costo, las ventajas esenciales de todos los medios masivos de comunicación (texto, audio e imágenes) reunidos en un dispositivo móvil que cada vez es más accesible. Sin embargo, tiene sus matices y deficiencias, las cuales, sin duda, serán pulidas y perfeccionadas. Pero de momento, se trata de un periódico local y no porque la información que brinda tenga ese sesgo, sino porque para tener acceso a la aplicación es necesario tener una cuenta norteamericana en iTunes. Además, los contenidos sólo se difunden en inglés, lo cual, con todo y el constante incremento de angloparlantes en el mundo, sigue constituyendo una importante limitante. Pero el potencial también es ilimitado si se considera que desde que el iPad salió al mercado se han vendido 14.79 millones de ellas (cifra que sigue aumentando), lo cual de la noche a la mañana podría convertirlo en el primer periódico de distribución global y el de mayor tiraje a nivel mundial. Si las noticias y analistas de la edición empezaran a regionalizarse y los anunciantes a segmentar los mercados de cada país, el alcance de The Daily o de cualquier otro periódico exclusivo para tabletas ( sin duda pronto habrá otros que sigan los pasos de Murdoch y Jobs) pondría a los periódicos convencionales contra la pared, sobre todo en los países más desarrollados en los que una mayor parte de la población puede darse el lujo de comprarse un “gadget” con las características necesarias para subirse a la rueda de la modernidad.
En este sentido, los periódicos de papel parecen estar muertos y ser obsoletos, pero afuera en las calles, cada mañana hay indicadores de que aún no todo está dicho. Ahí están por ejemplo las ediciones gratuitas como el Publimetro, las cuales han desafiado con éxito a quienes han vaticinado hasta el cansancio la gradual extinción de los periódicos. No menos cierto es, sin embargo, que los grandes periódicos nacionales e internacionales han tenido que reducir sus tirajes, ajustar sus tarifas y recortar sus plantillas laborales. Sus ingresos publicitarios en papel han disminuido, mientras que sus ediciones en línea se robustecen de ávidos anunciantes que apuestan por los nuevos tiempos.

AL FIN Y AL CABO SE TRATA DE INFORMACIÓN
Con el paso de los años, lo único que cambia es la forma en que consumimos la información. Hoy, la disyuntiva se presenta de nuevo ante nosotros, pues como bien señalara Carlos Fuentes en un reciente artículo titulado El tiempo de Bogotá[1], “la información también está en crisis, pero acaso, en una crisis de crecimiento, que expande los medios nuevos pero no sacrifica los anteriores.” Esto último, aún está por verse.
El reto de ahora, que durante años ha sido siempre el mismo -el de hacer la información lo suficientemente atractiva para los lectores- es hoy aún mayor para los periódicos, pues son tal vez el único medio que en esencia sigue siendo lo que era en sus más remotos orígenes (tinta y papel); un medio un tanto básico, primitivo. Hoy, las nuevas tecnologías han convertido la información en una fuente de entretenimiento inagotable y de ilimitadas posibilidades. Los contenidos de una pantalla pueden compartirse al instante sin importar las distancias, se pueden grabar y se pueden almacenar sin necesidad de una hemeroteca.
“¿Es la prensa escrita la víctima propiciatoria de la nueva –o última- modernidad?”, preguntaba Carlos Fuentes en dicho artículo. Parece ser que sí, o al menos la que más reemplazable o menos indispensable le ha parecido a lectores y anunciantes. ¿Son las plataformas digitales solo un asidero para sortear el temporal al que se enfrentan los periódicos impresos, o son, como señalara Murdoch, la salvación y siguiente paso?
La pregunta está todavía en el aire, y solo será respondida en su justa dimensión cuando todo haya alcanzado su equilibrio y las industrias y los individuos hayan decidido si la extinción o la convivencia de unos y otros (digitales e impresos). Pero todavía es temprano para eso,  pues por más que nos parezca que hayamos ya convivido con las nuevas tecnologías y con la revolución que a partir de ellas se ha suscitado en las comunicaciones, la realidad es que para el largo devenir de la historia siguen constituyendo una novedad que día con día se renueva. No obstante, a pesar de su vigencia -que se intuye perpetua- y de su incesante evolución, llegará un momento en el que como toda novedad, perderán algo de ese brillo que hoy todavía nos deslumbra. Será entonces, sólo entonces, cuando finalmente encontrarán su justo lugar y utilidad en nuestras vidas.
Pero mientras llega ese día, es innegable que The Daily ha abierto nuevo capítulo, una nueva posibilidad que buscará situarse por encima de los periódicos en línea y de sus respectivas aplicaciones.

Frente a todo ello, los periódicos impresos no pueden brindar ninguna experiencia más allá que la que ofrecen el tacto del papel en la mano y la fácil portabilidad, nunca sujeta a una batería o a la recepción de la señal. Ningún placer -tal vez atávico- ulterior al de subrayar sus páginas y mancharse los dedos con un poco de tinta fresca; ningún otro aparte del de llevarlo bajo el brazo para que nos acompañe, distraiga y entretenga. Sin embargo, hay todavía millones de personas en todo el mundo que se inclinan por esta rústica practicidad, pero eso sí, sin descartar lo nuevo que traen el progreso y la tecnología. Son éstos los que apuestan por la coexistencia y por lo complementariedad.
Algunos otros, más radicales, prefieren ignorar la prensa escrita y junto con ella, el origen de aquello que hoy se “distribuye” en la maravillosa tableta que también, al igual que los primeros, llevan bajo el brazo.




[1] REFORMA, Lunes 14 de Febrero de 2011

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