"ES DE QUE"

Al principio creí que era cosa de mi oído sensible; después noté que era más bien algo que de tanto decirse y oírse, se había vuelto común y aceptado, y que era yo quien no me había percatado de su existencia.

La primera vez que recuerdo haberlo escuchado fue en el correponsal de tránsito en un noticiero radiofónico, quien cada nueva oración la inauguraba de la siguiente manera: "Comentarte de que a la altura de Periférico...."; y así con cada nuevo reporte o cada cambio de tema.

Despúes lo escuché en el responsable de la sección de finanzas de otro programa. Esta vez la cosa fue alaramante, porque partí del supuesto de que un periodista especializado que entra a una cabina radiofóncia tiene, por lo general -y sin afán de ofender a nadie- más y mejor prepración que la del encargado del reporte de tránsito.
Pero cada vez que el titular del noticiario le preguntaba "¿y qué más'", invitándolo así a seguir con su reporte, el otro insistía en responderle: "comentar de que la bolsa mexicana....".

A partir de ese momento he descubierto que este mal del hablar se ha enquistado y propagado por todos lados sin que nadie lo detenga ni frene. Y si bien he identificado que en ciertas ocasiones la gente recurre a él cual muletilla, ha habido otras en las que no me ha quedado sino admirar el ingenio del sujeto para lograr encajar el tan denodado "es de que" en medio de las más inverosímiles oraciones. ¡Vaya!, es que la cosa es tan grave, que de cada diez ideas que la gente hila mientras habla, al menos siete de ellas dependen en su estructura del "es de que".

Lo más patético del asunto, es que todos aquellos quienes incurren en esto, generalmente lo hacen cuando procuraran añadirle a su discurso algo de pompa, solemnidad o formalidad, con las que buscan sonar "a la altura" de las circunstancias. Tal vez crean que con ese recurso (o más bien vicio) le añanden florituras al lenguaje y se escuchan más doctos, y por lo mismo, más convincentes. La realidad es que no.

Así, se sueltan por ahí bodrios como: "La cosa es de que el cliente quiere esto o lo otro". "Es que es de que no me ha dado respuesta"; "Para mí, lo más importante es de que él esté contento" y así ad infinitum. Las posibilidades son tan ilimitadas como el ingenio.

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