ENCUESTAS QUE PREDISPONEN
Más allá de ser o no un indicador fidedigno sobre quién lleva la delantera en una contienda, las encuestas juegan un papel que puede llegar a pasar desapercibido. No es casual que se hagan tantas y que su repercusión en la opinión pública sea marcada.
Además de describir tendencias, las encuestas también marcan tendencias. Al inflar o desinflar a los distintos candidatos según su posición, éstas influyen en la percepción que de ellos tiene la sociedad.
Y es que es un hecho que a nadie le gusta estar con los perdedores, y así, la opinión generalizada puede variar de un día para otro con tal de estar del bando de los ganadores, de los punteros. No importa que hasta el día anterior alguien creyera en el triunfo imposible de su candidato; si las encuestas señalan a un claro ganador, más valdrá estar de su lado cuando triunfe, o en dado caso darle el famoso voto útil a quien los números señalan como el segundo más probable, pero de ninguna manera votar por el apestado.
Si una encuesta un día revela una cosa u otra, la opinión pública se predispondrá, y todo lo que escuche, vea y debata a partir de ese momento lo hará a través de ese filtro. Su percepción de la contienda se modificará irremediablemente. "Al que yo creía más fuerte no lo es, tal vez convenga rectificar", y así indefinidamente.
Al parecer sigue habiendo una idea muy clara de que siempre es mejor ser parte del rebaño. "Si todos dicen que es el mejor, pues tal vez lo sea". Otro ejemplo claro de esta conducta son las filas que se hacen en comercios y establecimientos. La gente invariablemente llega a formarse en la más larga, pues asume que lo que hay tras el mostrador -al ser de interés para tantos- lo será también para ella.
Supongo que en todo esto hay también un miedo a salirse del redil y ser visto con malos ojos, o suspicaces al menos.
Las encuestas no revelan la intención silenciosa de un individuo sino el clamor que proviene de la masa, en la que siempre se pierden y distorsionan las convicciones más íntimas y verdaderas.
Además de describir tendencias, las encuestas también marcan tendencias. Al inflar o desinflar a los distintos candidatos según su posición, éstas influyen en la percepción que de ellos tiene la sociedad.
Y es que es un hecho que a nadie le gusta estar con los perdedores, y así, la opinión generalizada puede variar de un día para otro con tal de estar del bando de los ganadores, de los punteros. No importa que hasta el día anterior alguien creyera en el triunfo imposible de su candidato; si las encuestas señalan a un claro ganador, más valdrá estar de su lado cuando triunfe, o en dado caso darle el famoso voto útil a quien los números señalan como el segundo más probable, pero de ninguna manera votar por el apestado.
Si una encuesta un día revela una cosa u otra, la opinión pública se predispondrá, y todo lo que escuche, vea y debata a partir de ese momento lo hará a través de ese filtro. Su percepción de la contienda se modificará irremediablemente. "Al que yo creía más fuerte no lo es, tal vez convenga rectificar", y así indefinidamente.
Al parecer sigue habiendo una idea muy clara de que siempre es mejor ser parte del rebaño. "Si todos dicen que es el mejor, pues tal vez lo sea". Otro ejemplo claro de esta conducta son las filas que se hacen en comercios y establecimientos. La gente invariablemente llega a formarse en la más larga, pues asume que lo que hay tras el mostrador -al ser de interés para tantos- lo será también para ella.
Supongo que en todo esto hay también un miedo a salirse del redil y ser visto con malos ojos, o suspicaces al menos.
Las encuestas no revelan la intención silenciosa de un individuo sino el clamor que proviene de la masa, en la que siempre se pierden y distorsionan las convicciones más íntimas y verdaderas.
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