CARTA DE AMOR A ORIENTE


Hay libros en los que quedamos atrapados por su absorbente trama, llena de misterios o personajes cautivadores que nos arrastran a su mundo ficticio. Pero hay también otra clase de libros que nos sumergen lentamente en su atmósfera; que nos seducen sutilmente en sus reflexiones, en lo que evocan; que tienden un puente diáfano entre nuestra realidad y aquella que recrean en la páginas.

A esta segunda categoría pertenece Brújula, del escritor francés Mathias Enard. El libro llega a librerías como ganador del prestigioso Premio Goncourt, y con una leyenda en la portada que reza: “Una novela inolvidable sobre las mil y una maneras en que Oriente enamoró a Occidente.”

Ciertamente el libro resulta inolvidable, pero ha de leerse como quien escucha una melodía  que le hace pensar, evocar, recordar y vivir. La novela está llena de nombres y referencias históricas de aquellos personajes que en algún momento de sus vidas fueron tocados por la magia de Oriente; por ese mundo casi mágico salido de las Mil y una noches.

Lo más interesante, además de conocer las historias de aquellos personajes –entre los que figuran Mozart, Balzac, Marcel Proust, entre muchos más- es ver cómo su arte fue influenciado por lo que encontraron en esas tierras místicas: desde un amor, hasta un amanecer en el desierto.

Todo esto nos lo va contando Franz, un musicólogo que recuerda sus propias vivencias en Budapest, Irán, la hoy destruida Alepo, en Siria; y otros tantos lugares que describe con una prosa que se asemeja al verso, de tan poética, de tan bella.

El personaje nos cuenta todo esto desde su cama en Viena, a lo largo de una noche de insomnio, en la que también extraña a Sarah, una orientalista por la que siente mucho más que admiración profesional, y a la que también -al parecer- ha perdido, junto con su propia salud y todo eso que ya es solo recuerdo de una vida perdida.

En estos tiempos de severa incomprensión hacia Oriente, este libro es un canto de amor a esa región que ha dado tanto al arte, a la historia y a la humanidad; un libro que nos muestra el rostro más enigmático y cautivador de su gente, su tierra, sus costumbres y creencias.

Imposible retener cada dato, cada historia, cada referencia que nos da el libro, como es imposible a veces retener en la mente la totalidad de una melodía; sin embargo, las palabras tienen en el lector el mismo efecto sedante de un adagio. Solo hay que cerrar los ojos y disfrutar el vaivén de las historias, de las palabras.

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