VOYEURISMO ÉPICO

Para quién no ha sido objeto de fantasía saber cuanto ocurre tras las puertas de un motel. ¿A qué afanes se entregan las personas, solas o en pareja cuando están en la intimidad de una habitación que no les pertenece y en la que están de paso? Gay Talese, uno de los fundadores del llamado periodismo narrativo o Nuevo periodismo, vuelve a las librerías con El motel del Voyeur (Alfaguara 2016), en el que brinda inquietantes respuestas a esta interrogante.
El libro cuenta la inquietante historia de Gerald Foos, un norteamericano que en la década de los 60 compró y regentó un hotel en Colorado, con el fin específico de observar a sus huéspedes. Para lograrlo, el hombre construyó una “plataforma de observación” por encima de las habitaciones, desde la cual espió a lo largo de décadas el comportamiento de miles de personas y parejas que pasaron por ahí.
Encuentros sexuales de todo tipo (heterosexual, interracial, homosexual, lésbico y grupal) e incluso un asesinato quedaron registrados no solo en la memoria de Gerald Foos, sino en un bien documentado diario o bitácora que el personaje llevó con extrema meticulosidad a lo largo de todo este tiempo, y en el que narró con precisión y detalle cuanto vio y escuchó desde su escondite. El documento además le sirvió para verter sus propias reflexiones, conjeturas y comentarios de una buena cantidad de temas a través de los que –quizás sin darse cuenta- construyó un retablo de la sociedad de toda una época.
Talese alterna su propia narración de los hechos con extractos del “diario del voyeur”, hasta hacer de Gerald Foos un personaje que por momentos pareciera más propio de una ficción literaria que uno de la vida real. Un hombre que hablaba sin pudor ni vergüenza de su exacerbado voyeurismo, de sus múltiples masturbaciones mientras contemplaba a las parejas mantener relaciones, de sus perversiones, y sobre todo, de su soberbia intuición de estar haciendo algo único que algún día sería digno de atención y reconocimiento. La publicación del libro prueba que Gerald tenía razón, aunque hubieron de pasar casi 40 años desde aquel lejano 9 de enero de 1980 en que se puso en contacto por primera vez con Gay Talese para hablarle del motel y contarle su historia, hasta el 2011 en que finalmente dio autorización al periodista para contarlo todo y hacerlo público.

Desde poco antes de que el libro fuera publicado en los Estados Unidos el tema despertó gran controversia no solo por el carcater ilegal de lo que documenta. En especial, fue muy sonado el artículo publicado por el Washington Post en el que el diario puso en entredicho que Gerald Foos comprara el Manor House Motel en las fechas que aseguró haberlo hecho, y que Talese dio por buenas. La información fue dada a conocer cuando el libro estaba ya en imprenta. La reacción de Talese –según encontré en la red- fue simplemente decir que:  "Es un hombre deshonroso (Gerald), totalmente deshonroso. Hice todo lo mejor que pude en este libro, pero quizás no fui lo suficientemente bueno", y que su libro era “poco fiable”. Encima de todo, advirtió que a la luz de esto no haría gira promocional del libro. 
Al parecer las cosas después tomaron otro rumbo y todo quedó resuelto con nota del autor al final de la edición, en la que asume ciertas responsabilidades, y defiende la obra asegurando que “Foos era un narrador inexacto y poco fiable, pero sin duda fue un voyeur épico”.
Y es precisamente lo que descubrió el vouyerista lo que llena de sentido estas páginas y sus años de ilegal actividad, aunque por supuesto pocos se aterverán a jsutificar sus medios.
El libro incluye fotos originales del Manor House Motel
Más allá de los encuentros sexuales, lo que toma por sorpresa al voyeur -y al mismo lector- es la infelicidad que las personas se permiten (¿o admiten?) estando a solas. Hay algo de tristeza en la intimidad de la gente; cierto abatimiento, un aburrimiento tremendo, una desilusión presente en sus diálogos cuando están acompañados; en sus actitudes cuando están a solas; en su lenguaje corporal, en el desganado sexo que practican más como una obligación que como una manifestación de amor o instrumento de placer.
Desde este laboratorio social en que se convirtió en el Manor House Motel, el controvertido personaje dejó registro de grandes cambios generacionales como el de la liberación sexual en los 60; las repercusiones sociales de la Guerra de Vietnam, específicamente el impacto que tuvo en la vida sexual y conyugal de los soldados; además del abandono de grandes tabúes como las relaciones interraciales. Sus observaciones también revelan interesantes rasgos del comportamiento entre parejas del mismo sexo que sin duda servirán de complemento a quienes hayan leído otro de sus libros más polémicos –La mujer de tu prójimo (1981)- en el que aborda las costumbres sexuales y el tema de la infidelidad en los Estados Unidos.
Uno de los más grandes méritos de Talese en este libro es tomar al lector curioso, (morboso quizás) y convertirlo poco a poco en un auténtico voyeur que lee las descripciones del diario del voyeur casi con la misma avidez con la que alguna vez Gerald Foos espiara, de manera ilegal, la intimidad de sus huéspedes. Esto, por incómodo que pueda resultarnos, prueba de alguna manera el punto del personaje, pues por más cuestionable que sea lo que hizo, al parecer todos somos proclives a fisgonear en las vidas ajenas. ¿Por qué? Esa es pregunta que le toca responder a cada uno.

Comentarios

Entradas populares