OSCAR WILDE Y SUS CUENTOS COMPLETOS
No recuerdo exactamente a qué edad leí por
primera vez los cuentos de Oscar Wilde, a menudo tan olvidados, opacados por
sus grandes obras de teatro como El abanico de Lady Windermere, o novelas como
el Retrato de Dorian Grey. Los más afortunados recordarán con cariño El
fantasma de Canterville, que más de uno, como yo, habrán leído a regañadientes
en la secundaria; aun escépticos hacia el mundo de los libros.

Me reencontré entonces con la conmovedora
historia del Gigante egoísta, y mi favorito, El ruiseñor y la rosa, por mencionarles
algunos. Todos ellos no solo portadores de bellos mensajes sino de una belleza
literaria inmensa, que a menudo nos escatiman los escritores modernos. Además,
encontrarán en ellos los rasgos característicos del autor irlandés, como su mirada
crítica, sus sentimentalismo y sensibilidad, y ese talento para denunciar a
través del arte la frivolidad de la alta sociedad de su tiempo.
Mi invitación a acercarse a estos cuentos no
es solo para que los lean a los niños, sino para que ustedes se dejen sorprender
por estas pequeñas joyas literarias. Podrán luego pasar otros relatos como el
divertidísimo “Crimen de Lord Arthur Savile” -contenido en el mismo volumen- en
el que Wilde hace gala de su clásico y refinado sentido del humor, para construir
una ingeniosa sátira de la novela policiaca.
Si siguen por ese camino también llegarán al
segmento final de la edición, dedicado a sus poemas en prosa, brevísimas
curiosidades que condensan todo el talento del autor, y algunas de las cuales también pueden ser leídas para niños.
Si nunca han leído nada de Wilde, este será
un gran punto de partida para acercarse después a sus grandes novelas; y si por
el contrario solo lo han conocido por esta éstas últimas, estos cuentos
supondrán, se los aseguro, un hallazgo entrañable.
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