LECTORES MONÓGAMOS, POLÍGAMOS Y ALTRUISTAS


¿Alguna vez han oído hablar de ese tipo de lectores que dicen leer más de un libro a la vez? ¿Lo han hecho ustedes alguna vez?

Durante mucho tiempo tuve el prejuicio de leer más de un libro a la vez; de alguna manera sentía que, al hacerlo, traicionaba a un libro o a otro. Cuando no estaba leyendo alguno, pensaba que podría estar dedicándole mi tiempo a ese otro libro que tenía abandonado; o, peor todavía, que podría estarla pasando mejor con la trama y los personajes de aquel libro que con los que en ese momento estuviera compartiendo. Algo, digámoslo así, como una infidelidad.

En ese sentido me consideraba -y todavía a veces me considero- un lector monógamo.

Y es que a quienes nos gusta tanto leer, nos pasa algo irremediable, a saber: que queremos abarcarlo todo, leerlo todo en el menor tiempo posible; devorar las más recientes novedades, pero sin hacer de lado los clásicos; queremos leer novela, pero también lo que los grandes novelistas dijeron sobre el arte de escribir novelas en algún ensayo. Y para nuestra desgracia, los libros no son como las películas que uno se sienta a ver y en un par de horas ha terminado, e incluso puede ver en un solo día cuantas quepan en 24 horas, si se pone a ello.

Leer libros requiere de mucho más tiempo, dedicación y sobre todo, disposición física y mental, por lo que leer un solo libro pueda tomar semanas o meses. De ahí que la tentación de leer más de uno a la vez esté siempre al acecho; así como esa sensación de urgencia por terminar con uno para arrancar con el otro.

Precisamente a inicios de este año intenté cambiar mi monogamia y leer dos libros a la vez. La verdad es que el resultado fue mucho mejor de lo que esperaba; lo único es que siempre que tenía un rato libre me debatía entre leer uno u otro.

Últimamente dispongo de menos tiempo libre, por lo que la lectura dedicada se me ha convertido exclusivamente en una actividad de fines de semana. Lo que he hecho para poder seguir leyendo más y mejor, es leer libros de distintos géneros que pueda ir intercalando de acuerdo a mis tiempos y los niveles de concentración que me permita el día.

En síntesis, lo que he hecho es cargar con dos o tres libros: la novela en turno, un volumen de cuentos y quizás algún otro de artículos que puedan leerse en pocos minutos; no sé, en la oficina antes de empezar formalmente con la jornada laboral o en la fila de un banco o mientras espero a alguien en alguna parte.

Los cuentos son particularmente refrescantes en ciertos momentos, sobre todo cuando la lectura de alguna novela se ha prolongado o se ha vuelto densa; en esos casos, asomarse a otro autor resulta siempre refrescante. La ventaja de los cuentos es que no comprometen tanto tiempo y sin embargo pueden decirnos mucho en un menor número de páginas.

A veces, estas pausas durante la lectura de las novelas -especialmente cuando son largas- son tan sanas como darse un tiempo en una relación: nos permite digerir la novela y regresar a ella con más ganas. En más de una ocasión debí a estas pausas o distanciamientos haber podido terminar un libro del que estuve a punto de desertar.

Poco a poco me ido convirtiendo en un lector polígamo, solo que ahora no me siento culpable por traicionar a un libro o a otro. Lo mejor de todo es que esto me ha permitido conocer más autores y leer más otro tipo de géneros. El único secreto consiste en saber elegir mis lecturas y aprender a leer, como alguna vez dijera Stephen King, en pequeños sorbos cuando las horas no son tan generosas y no podemos consagrarnos a la lectura como quisiéramos.

Esto, finalmente, es lo que me ha convertido en un lector altruista, que busca recomendar lecturas con la esperanza de que los demás puedan disfrutar tanto como yo de algún libro en particular.
Estoy seguro que allá afuera hay más tipos de lectores de los que he mencionado aquí.
Y ustedes ¿qué tipo de lectores son?
                               

Comentarios

Entradas populares