VIDAS FRAGMENTADAS (CARTHAGE, DE JOYCE CAROL OATES)

En estos primeros meses del año liquidé una deuda con Joyce Carol Oates, escritora norteamericana y autora de buena cantidad de novelas, casi todas ellas de largo aliento, con las que venía topándome repetidamente en mis visitas por las librerías.
 
Encontré la oportunidad perfecta de acercarme a su obra a través de Carthage, un libro que encierra mucho más de lo que en principio –y a juzgar por lo que anticipa el texto en la contraportada- podría parecer un simple thriller construido a partir de la desaparición de una joven.

Pero Carthage está lejos de quedarse en eso. En realidad, la autora se propone mucho más en esta historia centrada en la vida de una familia que de pronto se ve herida en lo más profundo tras la desaparición de la hija menor: Cressida, joven huraña y algo acomplejada que, como se verá, alberga inesperados sentimientos por el ex prometido de su hermana Juliet: el cabo Brett Kincaid, excombatiente de la guerra de Irak

Y es precisamente esto último, la guerra de Irak y las consecuencias que tuvo a nivel doméstico, más allá de lo geopolítico, lo que constituye el corazón de esta novela que se convierte en una mirada crítica y doliente a esa injustificada invasión y a los crímenes cometidos –incluso contra civiles- en aquel país, en nombre de lo que, en su momento, el gobierno de Bush denominó “libertad duradera.”.

En este sentido, Carthage es una historia que sin caer en nacionalismos ofrece una mirada íntima y reveladora de esas regiones de los Estados Unidos que permanecen alejadas de los ojos del mundo, pero en las que aflora la verdadera esencia de ese país. Joyce Carol Oates pone esto al descubierto a partir de los conflictos que desata la desaparición de Cressida, y de lo que esto despierta en distintos personajes, todos ellos arquetípicos del estilo de vida norteamericano, y de los respectivos estratos sociales también claramente delineados en la novela.

Al final, todo parece reducirse a la fragmentación familiar y social propiciada por las desgracias individuales de todo esos excombatientes que volvieron a sus casas, a sus familias, desfigurados y trastornados, para darse cuenta, encima de todo, del rechazo e incomprensión de toda esa gente que alguna vez encarnó para ellos la idea de un hogar, y en cómo esto implicó una nueva herida en la conciencia de ese país.

Un último apunte: hay en el libro también un claro señalamiento al sistema jurídico y penitenciario de ese país, al rol dominante del hombre en esas regiones, a la amenaza que constituimos como género y al sometimiento de las mujeres que, pese a todo, y en las condiciones más adversas, son capaces de mantenerse en pie, ahí donde el hombre flaquea y se traiciona a sí mismo. Un libro, en síntesis, que solo pudo haber sido escrito por una mujer.

¿Que si recomiendo esta novela? Con toda franqueza resultó ser un libro al que dediqué muchas más horas de las que hubiera querido y que por momentos me pareció árido y repetitivo. Me parece que habría podido ser el mismo libro e incluso mejor con menos páginas. Pero una vez leído, creo que cumple su cometido y deja un mensaje que estoy seguro, permanecerá en mi memoria.

Si sienten particular interés por alguno de estos temas, asómense a Carthage. Y, si alguno de ustedes ha leído algún otro título de la autora, no duden en dejarme un comentario con sus impresiones. Me gustaría acercarme a alguno más para tener una idea más completa de su obra.

Carthage de Joyce Carol Oates, editado por Alfaguara, aquí se los dejo.

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