De el mar y sus héroes: La carta esférica, de Arturo Pérez-Reverte

El mar. Cuántas páginas no dedicaron a él incluso los más grandes escritores: Melville, Conrad, Stevenson, cada uno de ellos con historias que nos llevaron lejos de tierra firma para conocer ese lugar indómito que a fuerza de tempestades forjó el espíritu de héroes memorables. 

La carta esférica, del prolífico novelista español Arturo Pérez-Reverte, es la obra de este autor que mejor captura esta esencia y de paso rinde homenaje al mar y a todos sus héroes. Es una declaración de amor a ese mundo con el que Pérez-Reverte saluda a dos de sus grandes pasiones: una de ellas el mar y por otro lado, la literatura náutica.Todo esto a través de la historia de Coy, un marino mercante que se halla varado en tierra firme, sin barco, anhelante por hacerse de nuevo a la mar. Por un azar, nuestro protagonista entra en la vida de Tanger Soto, mujer insondable que poco a poco logra arrastrarlo en su desaforada búsqueda de un antiguo naufragio, hundido en las aguas del Mediterráneo. Pero qué busca esta mujer en ese barco del que apenas existen registros; qué misterio llevaba a bordo este navío que hoy, después de tantos años de haberse hundido bajo extrañas circunstancias, sigue despertando la codicia y fascinación de estos personajes. 

En su odisea por llegar al fondo de este misterio Coy y Tanger deberán enfrentarse a cazadores de naufragios y tesoros con mucho menos escrúpulos. Todo esto con museos navales, archivos y cartografía histórica como telón de fondo.  

Resulta especialmente memorable el retrato que Pérez-Reverte hace de Coy, nuestro protagonista, un héroe que contempla al mar con los ojos de todos esos hombres que han hallado en él el sentido último de su existencia, pero también, en algunos casos, su perdición; de todos esos hombres que en tierra firme solo encontraron sinsabores y abrazaron el desarraigo y la libertad, una extraña sensación de hogar, en la vida de altamar.

Sí, Coy es un alma curiosa que, sin embargo, cae perdido en las redes de Tanger Soto, con la que el autor va hilvanando una sutil analogía con el mar: impenetrable, profunda, traicionera, pero también fascinante y seductora.

Si hay algo que caracteriza las novelas de este novelista es la minuciosa reconstrucción de periodos históricos y su capacidad para articular mecanismos narrativos que conjugan pasado y presente en tramas llenas de intriga, suspenso y erudición. La carta esférica no es la excepción y acaso mi único reproche hacia esta novela sea el uso excesivo del lenguaje náutico que, a fuerza de ser tan preciso, por momentos resulta abrumador en detrimento del ritmo de algunos capítulos.

Fuera de eso, la historia y los personajes se mantienen sólidos a lo largo de una trama que recompensa al lector con la evocación constante de ese otro mundo, incomprendido para quienes vivimos lejos del mar. Pero no entraré en más detalles. En todo caso esta lectura me hizo revivir ese goce casi infantil por las buenas historias y recordar esa increíble sensación de libertad que hay en el acto de soltar amarras y dejarse llevar por la aventura; por los giros de timón, por la pasión y convicción de un héroe que, a pesar de los nubarrones que intuye en el horizonte, se mantiene fiel a su determinación de creer que todo es posible; regido por ese loable convencimiento de que vale la pena esforzarse y arriesgarlo todo por cuanto uno desea si es que en la persecución de ese deseo,  de ese anhelo,  está contenida la propia realización. Algo así como lo que en su momento representó para el capitán Ahab la obsesión de cazar a esa gran ballena blanca, llamada Moby Dick.

La Carta esférica es una novela que navega con viento en popa y deja abierta una invitación a leer o releer todos esos clásicos sobre el mar de los que tanto bebe esta obra.

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